“A través del Samyama sobre los momentos y sus sucesos en el tiempo
viene el conocimiento y la discriminación acerca de lo que es y lo que no es.”
Yoga Sutras de Patanjali
Todas las grandes civilizaciones humanas han observado los movimientos siderales para nombrar y comprender ciclos y periodos, estableciendo diferentes mecanismos de medición del tiempo. Tenemos noción del tiempo porque tenemos noción de cambio: algo se mueve de posición o modifica su estado, por tanto sabemos que el tiempo transcurre. En el caso de nuestro planeta, las frecuencias temporales las modulan el Sol, la Luna y los planetas que orbitan en el campo áurico del Sol.
Conocer los diferentes ciclos a los que estamos sujetos y comprender sus cualidades energéticas nos ayuda a ubicarnos como humanidad y como individuos en nuestros procesos de evolución. Los Sabios o Rishis de la cultura védica lograron una asombrosa comprensión del tiempo y su expresión en varios fractales y dimensiones, llegando incluso a identificar ciclos macrocósmicos de miles de millones de años y otros infinitesimales.
Los sistemas temporales identificados y transmitidos en las enseñanzas védicas son un vasto y complejo universo. En esta ocasión, desde la perspectiva de la Astrología Védica o Jyotish vamos a presentar dos de ellos: el ciclo de las Yugas y Vimshottari Dasha.
El Mahayuga, año evolutivo de la humanidad
“Cuando el equinoccio de otoño suceda en la primera casa de Aries,
entonces Dharma, la virtud mental, llega a su máximo desarrollo,
y el Ser comprende todo con facilidad, incluso los misterios del Espíritu.”
Swami Sri Yukteswar Giri
Además de su movimiento de traslación alrededor del sol y la rotación sobre su propio eje, nuestro planeta experimenta un tercer movimiento que se conoce como la precesión de los equinoccios. La mejor manera de visualizarlo es imaginar el movimiento de un trompo. Dado que la tierra tiene una inclinación de 23.27 grados respecto a su eje (una línea imaginaria que trazamos del polo norte al polo sur), el norte geográfico (chakra Corona) se va desplazando por el firmamento a razón de un grado cada 72 años, completando un ciclo (una vuelta de trompo) cada 25.960 años. Actualmente el norte geográfico terrestre apunta hacia la estrella Polaris; y sabemos que en aproximadamente 12 mil años apuntará hacia la estrella Vega de la constelación de Lyra, en sánscrito: Abhijit.
Visto desde otro ángulo, el punto sideral en el que suceden los equinoccios también se desplaza 1 grado cada 72 años en el arco del zodiaco. Si es cierto que hace aproximadamente 1700 años, cuando el conocimiento astrológico se asimiló en occidente, el equinoccio de primavera coincidía con el ingreso del Sol a la constelación de Mesha (Aries), con el movimiento precesional podemos comprobar que hoy en día, para el momento en que se perfecciona el equinoccio, el Sol transita por los 6 grados de la constelación de Mina (Piscis). Esta es la diferencia central entre la astrología védica y occidental, tema ya presentado en un artículo previo de Samkhya que se puede consultar aquí.
Un astrólogo excelso
La cita que abre este apartado hace parte de La Ciencia Sagrada de Swami Sri Yukteswar Giri, un precioso libro que se propone exponer la unidad y armonía esencial que hay entre las religiones de Oriente y Occidente a pesar de las aparentes discrepancias entre ellas. Sri Yukteswar señala que la virtud mental del ser humano llega a su máximo desarrollo cuando el equinoccio de otoño sucede en la primera casa de Mesha – Aries. En el mismo texto prosigue: “cuando el equinoccio de otoño se encuentra en la primera casa de Tula – Libra, Dharma o la virtud mental se encuentra en su fase más limitada”. Puesto que su punto de referencia es el hemisferio norte, sabemos que el equinoccio de otoño corresponde al mes de septiembre, y que actualmente sucede cuando el sol transita por Simha y Kanya (Leo y Virgo), las constelaciones que preceden a Tula (Libra). Como el movimiento de precesión equinoccial es retrógrado, esto nos señala que como humanidad venimos de atravesar ese momento de limitación en el entendimiento o virtud mental, una suerte de invierno de la conciencia, también conocido como Kali Yuga
Las 4 eras cósmicas
Así como la traslación terrestre alrededor del sol produce temporadas y estaciones distintivas, el ciclo precesional se compone de cuatro etapas llamadas Yugas, las cuales definen los procesos de evolución e involución de la conciencia humana era tras era. En este gran ciclo también está involucrado el movimiento orbital de nuestro sistema solar en torno a Vishnu Nabhi, “el sol central de la galaxia”.
– Satya Yuga (era de Oro) es la temporada en que la humanidad manifiesta una plena comprensión del propósito divino y su intelecto funciona en niveles de supraconsciencia. Su duración estimada es de 4.800 años terrestres.
– Treta Yuga (era de Plata) se da cuando comienza a manifestarse la separación y la dualidad. La comprensión divina comienza a velarse. Su duración aproximada es de 3.600 años terrestres.
– En Dwapara Yuga (era de Cobre) la percepción del propósito y la Divinidad se reducen a la mitad mientras la dualidad crece. Su duración aproximada es de 2.400 años terrestres.
– Kali Yuga (era de Hierro): En esta temporada la humanidad pierde casi totalmente su conexión con el propósito divino y entra en una fase de oscuridad e inconsciencia. La capacidad intelectual se hace tan densa que solo se puede comprender el mundo material. Su duración aproximada es de 1.200 años terrestres.
Ahora bien, al finalizar Kali Yuga, sucede un momento de inflexión entre el periodo descendente y ascendente de las eras. Empiezan entonces 1.200 años de Kali Yuga ascendente, al cual le siguen 2.400 años de Dwapara Yuga ascendente, y 3.600 años de Tetra Yuga ascendente hasta llegar nuevamente a Satya Yuga ascendente, y así cumplir un Mahayuga más de vida evolutiva, que continuará con el ciclo descendente de nuevo en sus cuatro etapas, para volver a comenzar, ad infinitum.
Si hacemos los cálculos, el momento más álgido de Kali Yuga sucedió hacia el año 285 d.C.; Kali Yuga ascendente terminó en 1700 (Yukteswar, S.); nos encontramos en los primeros milenios de Dwapara Yuga y el ciclo ascenderá a lo más alto del Satya Yuga hacia el año 13.245 aproximadamente. Así, como humanidad vamos experimentando progresos significativos en la ciencia y en el conocimiento, pero aún lidiamos con las consecuencias de la impregnación kármica producto de la dualidad y la desconexión que Kali Yuga supone.
El ciclo de las Yugas nos ayuda a recordar que somos parte de una estructura universal mucho más grande. Mas, como almas encarnadas, solo podemos experimentar el tiempo como presente. En nuestro plano dimensional el tiempo se expresa de manera singular para cada alma. Y uno de los sistemas para explorarlo es Vimshottari Dasha.
El gran ciclo de la vida
El término Dasha significa “periodo planetario”. Por su parte, Vimshotari traduce “aquel que tiene 120”, con lo cual Vimshottari Dasha se refiere a un ciclo de 120 años en el que los 9 Grahas (planetas) van asumiendo protagonismo y regencia por períodos determinados. Vimshottari Dasha se compone de una secuencia y distribución de tiempos única, cuyo orden y duraciones no se alteran. Si bien la secuencia es la misma, cada alma nace en un momento específico del ciclo. A diferencia del ciclo de las Yugas que, al depender de la posición de nuestro planeta, representa un mismo tiempo colectivo, cada individuo tiene su propia medición en Vimshottari Dasha. La secuencia base se presenta en la siguiente tabla:
Graha | Regencia (años) |
Ketu (Nodo Lunar sur) | 7 |
Shukra (Venus) | 20 |
Surya (Sol) | 6 |
Chandra (Luna) | 10 |
Mangal (Marte) | 7 |
Rahu (Nodo Lunar Norte) | 18 |
Brihaspati (Júpiter) | 16 |
Shani (Saturno) | 19 |
Budha (Mercurio) | 17 |
Ketu | 7 |
Shukra (Venus) | 20 |
Para calcular el punto de partida es necesario conocer el Nakshatra (mansión lunar) en el que se ubica la luna al momento del nacimiento, qué Graha (planeta) le rige, así como la posición específica o la distancia que ha recorrido la luna en ese Nakshatra. Si un alma nació en el momento en el que Chandra transitaba por una mansión lunar regida por Shukra (Venus), cuyo período dura 20 años, y ha recorrido ya la mitad del Nakshatra, el alma comienza su vida en un MahaDasha (gran periodo) de Venus hasta los 10 años de edad. De los 10 a los 16 vivirá el MahaDasha del Sol, de los 16 a los 26 el de la Luna, de los 26 a los 33 el de Marte y así sucesivamente hasta que desencarne. Tomamos este ejemplo sencillo para ilustrar el mecanismo, pero es importante resaltar que es necesario hacer cálculos sumamente precisos y detallados de las posiciones que no necesariamente equivalen a números enteros.
Bajo el principio de fractalidad del tiempo, un MahaDasha se segmenta a su vez en 9 periodos de subregencia planetaria (AntarDasha), que siguen el mismo orden (comenzando con el planeta del MahaDasha activo) y una duración proporcional respecto a la repartición del Vimshottari, y este a su vez se vuelve a segmentar en 9 periodos (PratyaAntardasha), y así sucesivamente hasta llegar a combinaciones energéticas tan específicas que su duración es de horas, minutos y segundos.
Los Grahas actúan como dispensadores del karma asociado a sus frecuencias. Es decir, durante el MahaDasha, las frecuencias y cualidades energéticas asociadas a ese planeta (matizadas o reforzadas también por los planetas regentes del AntarDasha y el PratyaAntarDasha) impregnarán los eventos que ocurran para el alma en esa ventana de tiempo.
Una combinación única
Los Grahas tienen unas naturalezas permanentes –su cualidad energética propia y general– y otras temporales, que dependen de muchas variables en la carta natal, y que modularán las frecuencias y los significadores que cada periodo y subperiodo representan en la vida de un consultante. Se sabe, por ejemplo, que Shani (Saturno) tiene una cualidad maléfica, y sus MahaDashas tenderán a ser de impacto y dificultad; pero si Shani está bien ubicado en una carta astral, y presenta una configuración auspiciosa en su naturaleza temporal, esas cualidades matizan el efecto generalmente maléfico de su influencia.
Así, Vimshottari Dasha es una maravillosa herramienta para profundizar en el autoconocimiento, pues nos da perspectiva y nos permite prepararnos para transitar con mayor conciencia y voluntad el camino kármico que nuestra alma se ha planteado para esta encarnación. Como principio fundamental, aún en los periodos más difíciles y oscuros, nuestra alma tiene libre albedrío y conexión con la luz; toda impregnación energética se puede elevar o transitar con mayor gracia y entendimiento a través de Sadhana (práctica espiritual) Puja (ceremonia ritual) y Upaye (remedios astrológicos).
Por último, cabe notar que el Tiempo es a la vez absoluto y relativo, complejo, trascendente y misterioso. Aunque es colosal y excede nuestro cabal entendimiento, también se ve moldeado por nuestro propio karma. Ciertamente es un vasto océano de conocimientos y preguntas aún por responder, las cuales se aclararán en la medida en que nos aventuremos a experimentar las ciencias y enseñanzas que le han permitido a la humanidad avanzar hacia su luz desde hace tanto tiempo.
“Es ahora, aquí, hoy, en el más absoluto presente en el que te habitas,
en el que puedes encontrar la representación más concreta de ti.”
Sri Mataji Shaktiananda
Ana Trujillo – Mesa de redacción e investigación del CLEV
ONS! Super interesante y aunque a veces hay cosas que todavía no entiendo , siento que todo esto es una maravilla de una inmensidad profunda.Mil gracias por el Blog ONS ! Tengo tarea ahondar más en éste tema
Agradecido por tan revelador artículo para comprender más a detalle lo que he generado, estoy viviendo y lo que también se aproxima.
Gracias, gracias, gracias
Edificante!!